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La Via Urbana

¿El partenariado según ONU-Hábitat? Un llamamiento a salvar el planeta mediante la democracia

"Discúlpenme si he llegado tarde y no he podido escucharlos, pero es que olvidé mis auriculares para la traducción en otra sala". De esta manera comenzaba la responsable de ONU-Hábitat su diálogo con las organizaciones de la sociedad civil en el Foro Urbano Mundial (FUM).

No está mal como introducción, y más teniendo en cuenta que durante más de dos horas los participantes habían criticado, bien el veto de cuestiones candentes en el debate oficial, como los desalojos y el acaparamiento de tierras, bien el apoyo de ONU-Hábitat a la mercantilización total de las ciudades, algo que contradice el enfoque de "derechos humanos" que debería ser su razón de ser.

"Pero no se inquieten -continuó esta señora-, pues ONU-Hábitat defiende los  partenariados, como lo demuestra el acuerdo que acabamos de firmar con Coca-Cola[1] para proveer de agua a millones de personas".

Ante estas palabras de elogio, la sala se quedó helada: se trata, en efecto, de un partenariado con una multinacional que es objeto de numerosas campañas de boicot[2] , acusada, entre otras cosas, de utilizar paramilitares para violar los derechos de los trabajadores y robar el agua a los pobres.

Pero aún hay algo peor que eso, peor que el hecho de que el stand  de Coca-Cola fuera bien recibido en el FUM mientras que los miembros del FSU fueron obligados por guardias armados a quitarse las camisetas con el logo de la Campaña Cero Desalojos en la entrada del FUM[3] .

Hay algo peor que la supresión del Grupo Consultivo sobre Desalojos Forzados (AGFE, por sus siglas en inglés) de ONU-Hábitat a pesar de la petición del Consejo de Gobernadores de Hábitat. Este ejemplo merecedor de un partenariado con la sociedad civil podría haber sido un contrapeso real frente a los dramas humanos que representan los millones de desalojos forzados en todo el mundo. Esta desaparición se acompaña de la supresión del indicador sobre desalojos y la seguridad habitacional para medir la consecución de  las Metas del Milenio. En ausencia de estas herramientas, estas graves violaciones de derechos humanos, a menudo provocadas por políticas de desarrollo, incluidas las que se derivan de los partenariados público-privado, no se tienen en cuenta ni con vistas a prevenirlas ni para aportar remedios.

Peor que eso es la feria, la propaganda que trata de esconder el mercado de los bienes comunes, sociales y naturales, el mantra que parece dar vida al partenariado propuesto en Río +20 y en el FUM de Nápoles, donde el sector público da las llaves de sus ciudades y territorios a intereses privados, esto es, a los ladrones de nuestro futuro, donde la democracia debe ceder ante la dictadura de las finanzas.

¿Y a cambio de qué? De los recursos necesarios para salir de la crisis global, financiera y urbana, según afirma la propaganda.

¿Pero es posible, es aún posible aceptar las soluciones propuestas por los propios responsables de esta crisis: nuevas recetas neoliberales que exigen privatizaciones y no que paguen lo que han robado a manos llenas?

¿Pesadilla o pesimismo excesivo?

Desgraciadamente, la realidad va más allá, como anuncia la propuesta de las "ciudades bajo contrato"[4]  que se pretende construir en Honduras. Más especiales que las zonas especiales en China, estas ciudades serían verdaderas colonias internas, pues la soberanía de esos territorios se cedería totalmente, igual que su estatuto, gestión de la justicia y policía, bien a inversores, bien a otros países[5] . Para llevarlo a cabo, tras el golpe de Estado de 2009, se ha votado recientemente una modificación de la Constitución.

¿A caso ONU-Hábitat ha dicho tan siquiera una palabra crítica?

¿O, más bien, esas "ciudades bajo estatuto" son el futuro deseado para las ciudades, disimulado tras el Manifiesto por la Ciudad[6] , tela de fondo de Hábitat III en 2016?

Corresponde a las organizaciones de habitantes, a la sociedad civil, a las autoridades locales y a los gobiernos democráticos de todo el mundo el compromiso de cambiar de rumbo para salir de la crisis desmontando este enfoque catastrófico.

Se trata de salvar el planeta mediante la democracia, apoyando la propuesta de un pacto social urbano alternativo basado en los derechos humanos y el medio ambiente, así como en la responsabilidad de todos esos actores de ser los creadores y los gobernantes de los territorios y no los clientes de las multinacionales.

ONU-Hábitat debe tomar nota y cambiar su enfoque, confiando en los habitantes, en los poderes públicos y en los profesionales de las ciudades, es decir, en los “tres pies de la marmita”: nuestras ciudades y territorios, nuestra madre Tierra.

Por estos motivos, sin esperar al Foro Urbano Mundial que se celebrará en 2014 en Medellín, ONU-Hábitat debería considerar la creación de un consejo consultivo compuesto por miembros de la sociedad civil y movimientos sociales, como ha hecho la FAO. En estos momentos, ONU-Hábitat ya no puede rechazar ni la reintroducción del indicador sobre desalojos forzados ni la creación de un grupo de trabajo ad hoc formado por múltiples actores y dotado de una responsabilidad real y de una voz.

En lo inmediato, es indiscutible: se necesita una toma de posición oficial y crítica contra las “ciudades bajo estatuto”.

[1]  Coca-Cola and UN Habitat expand their partnership to 10 countries

[2]  Criticism of Coca-Cola

[3] World Urban Forum, AIH denuncia el partenariado  de ONU-Hábitat y Coca-Cola

[4]  The Charter Cities

[5]  Vídeo: ¿La primera ciudad bajo estatuto del mundo?

[6]  Manifiesto por la Ciudad

Lugar al que se aplica este artículo


El(la) siguiente Traductor(a) Voluntario(a) por el derecho a la vivienda sin fronteras de la AIH colaboró con la traducción de este texto:

Gladys Mar

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