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Restos de espacio: reutilizar inmuebles en desuso para no desperdiciar territorio

Se escribe sprawl y se lee ensanchamiento de la periferia urbana. Pérdida de calidad. Consumo de territorio. Y mientras la ciudad se extiende cual mancha de aceite, los centros históricos pierden variedad y se vacían de habitantes bajo el peso de los saladísimos precios.

En 1998 una ley de Lazio (55/98) ha institucionalizado la cooperación entre habitantes ilegales y municipios para la recuperación de áreas en desuso. Pero Renato Rizzo, presidente de la cooperativa “Vivir 2000”, ha encontrado mucho antes una solución al consumo de territorio. “En la plaza Sonnino – comenta Rizzo- en el barrio histórico de Trastevere, hemos ocupado por la fuerza, el 14 de julio de 1989, nuestra Bastilla. Era un inmueble desalojado y abandonado desde hacía 10 años, un ex convento. No había nada, ni techo ni entrada. Lo hemos restaurado por siete años a costa nuestra.” Después vino el compromiso, la lucha y el acuerdo institucional. Finalmente, en 2005 una deliberación comunal ha transformado doce edificios abandonados en otras tantas construcciones de auto reestructuración y a 12 familias de ex-ocupantes en legítimos inquilinos. El acuerdo permite dividir los gastos durante 20 años entre el municipio (para las estructuras de soporte y exteriores) y los inquilinos asociados en cooperativas (para los interiores). “Hemos tenido la agudeza de incluir en las cooperativas para la recuperación a personas con las habilidades necesarias: carpinteros, electricistas, obreros de la construcción”. La competencia técnica no es la única característica necesaria. También se necesita ingenio, sobre todo cuando se cuenta con poco dinero. “Nuestros pisos son hechos con palets recuperados, esas bases de madera que sirven para llevar la mercadería a los almacenes. Las baldosas, en cambio, las recuperamos de una descarga. Eran de descarte, hoy son nuestros pisos.” El reciclaje dentro del reciclaje es lo que sucede cuando, además de la cuestión emotiva, existe un interés económico directo de los obreros. “Con la autorrecuperación – explica el abogado Guido Lanciano de la Unión de Inquilinos – el grupo que desde 1968 se ocupa del derecho a la vivienda reencuentra el espíritu originario de la coalición, aquello que el ánimo emprendedor unía al saber hacer”. Y el mecanismo parece funcionar, tanto que hoy se piensa en una ley nacional. En ese punto, en toda Italia, las administraciones podrían lanzar convocatorias para recualificar áreas públicas abandonadas en colaboración con desalojados y sin techo. El fenómeno atrae tanto el interés de la Unión Europea como de los distintos Estados, porque la agresión al paisaje, el problema habitacional y la pérdida de calidad de los centros urbanos son un problema de todos. “Nosotros - retoma con orgullo a Rizzo – hemos ganado a una convocatoria europea para la valorización de los centros históricos. El 30 de mayo de 2008 estamos invitados a un encuentro en Lyon con el ministerio francés y con otras cooperativas de recuperadores.” Por otra parte, en la plaza Sonnino, en el corazón de Roma, actualmente viven 66 familias sin techo. “En Trastevere, donde el alquiler más bajo cuesta 1200 euros por mes – concluye Rizzo – se consigue encontrar sólo restaurantes, locales y pizzerías. Y los inquilinos de los barrios populares, si logran ganar una convocatoria, son reubicados en viviendas muy alejadas de los servicios urbanos. Nosotros deseamos permanecer en el centro y no ser expulsados, como sucede siempre en todas las metrópolis, donde las clases populares no habitan más en el centro histórico.”